EL PAIS 🔵 Los muertos hablan
Entendemos mal lo que nos dicen. Yo entendĂa perfectamente a mi padre cuando me decĂa: “A vos te gusta jugar con fuego”. En realidad, me estaba dando una indicaciĂłn, estaba diciendo: “Quiero que juegues con fuego”. Lo logrĂł sĂłlo en parte, porque yo no juego: voy en serio con el fuego, lo respeto. Pero hay una frase de mi madre que estuvo conmigo todos estos años y que yo habĂa entendido mal. A mis 14 o 15 le dije: “Me tendrĂa que correr las cutĂculas”. Mi madre: “¿Por quĂ© no lo hacĂ©s?”. “No tengo tiempo”. Ella: “QuĂ© feo que una chica diga que no tiene tiempo para sus cosas”. Siempre pensĂ© que esa frase plasmaba cuán alejados estaban mi mundo y el de mi madre. En el de ella habĂa que ocuparse de los hijos, la cocina, las compras. Las cutĂculas. Yo escribĂ, leĂ, anduve por andurriales, volvĂ a casa por las mĂas y a cualquier hora, vivĂ en un mundo de ferias de libro y mesas redondas que era casi puramente masculino —no lo elogio: digo cĂłmo eran las cosas en los principios de mis principios—, tomĂ© decisiones difĂciles que me cambiaron el rumbo. Viajo dieciocho veces al año y el noventa por ciento de esas veces lo hago sola, conozco las mejores zonas de descanso de muchos aeropuertos, sorteo obstáculos sin ayuda y sĂ© sobrevivir bastante tiempo con lo que llevo en una maleta de cabina. Pago mis cuentas, a veces pago las cuentas de otros. Y tambiĂ©n, claro, me corro las cutĂculas. Pero mis cosas —mis cosas— son otras: escribir, curiosear, andar. Esta mañana corrĂ en torno al cementerio de mi barrio, 95 hectáreas de superficie, y supongo que pensĂ© en esa frase porque mi madre muriĂł en 2009 y yo estaba corriendo alrededor de los muertos. Entonces me di cuenta: mi madre no me estaba diciendo cuáles eran las cosas de las que debĂa ocuparme: me estaba diciendo que iba a tener que hacerme tiempo para ellas. Las que fueran. AsĂ que acá estamos, mamá. Estas eran mis cosas. Hay que escuchar bien. Los muertos todavĂa nos hablan.