EL PAIS 🔵 Bolaños pide a los independentistas “respeto” a los magistrados del Tribunal Supremo – Shango Media
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EL PAIS 🔵 Bolaños pide a los independentistas “respeto” a los magistrados del Tribunal Supremo

El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, hizo este miércoles un ejercicio de equilibrismo diplomático para no incomodar ni a los jueces del Tribunal Supremo ni a los grupos independentistas de cuyo apoyo depende el Gobierno. En una comparecencia en el Senado, ante las críticas a la judicatura por parte de los representantes de ERC y Junts, Bolaños les reclamó “respeto” para los magistrados del alto tribunal. Los senadores Joan Josep Queralt, de Esquerra, y Joan Baptista Bagué, de Junts, contrapusieron su derecho a cuestionar las actuaciones de la judicatura en ejercicio de la libertad de expresión. El ministro reconoció entonces que son legítimos los reproches a las decisiones judiciales, pero insistió en que se deben formular “con respeto y con argumentos”. “Y no siempre ha sido así”, lamentó.

Los senadores independentistas no dejaron pasar la ocasión que brindaba la presencia de Bolaños ante la Comisión de Justicia, a fin de exponer la política general de su departamento, para arremeter contra el Supremo. El centro de sus críticas era la decisión de la Sala de lo Penal, ratificada esta misma semana, de dejar fuera de la aplicación de la amnistía los delitos de malversación. Bagué, de Junts, sostuvo que hasta ahora los principales beneficiarios de las medidas de gracia han sido policías. Y se preguntó “quién tutela y supervisa” a los jueces que se niegan a aplicar una ley aprobada por el Parlamento. Queralt, de ERC, se centró en uno de los comentarios de la última resolución de la Sala de lo Penal, que sugiere que acudirá a la justicia europea si el Tribunal Constitucional enmienda sus decisiones: “El Supremo reta al Constitucional como si fuera Ok Corral. Se cree más supremo que tribunal. ¿Es esto un Estado de derecho?”.

Bolaños defendió que todas estas actuaciones forman parte, según él, de lo normal en un Estado de derecho. “Unos jueces aplican la amnistía, otros plantean cuestiones de inconstitucionalidad y se producen resoluciones y recursos”, enfatizó al tiempo que reclamaba “respeto” a los miembros del Supremo. La amnistía, sentenció, “ya es un éxito, porque ha logrado la normalización de Cataluña”. Incluso vaticinó que el PP la acabará “haciendo suya” con el tiempo.

Bagué y Queralt retrucaron. “¿Es que nosotros como legisladores no podemos criticar la frivolidad del Supremo?”, protestó el de Junts. El representante de Esquerra subrayó que no estaba diciendo “nada más grave” que lo expuesto por la magistrada Ana Ferrer en su voto particular contra la resolución de la Sala de lo Penal. En él, recordó Queralt, califica de “entelequia” las tesis de sus compañeros. Fue entonces cuando Bolaños convino en que se pueden criticar las resoluciones judiciales, aunque, remarcó, sin faltar al respeto a quienes las dictan.

Las apelaciones del ministro para rebajar los ataques al Supremo despertaron protestas entre los escaños del PP. “¿Y Peinado?”, gritaban los populares, en referencia a Juan Carlos Peinado, el juez que instruye la causa contra Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno. La senadora del PP María José Pardo describió una operación de “acoso y derribo contra los jueces” por parte del Ejecutivo, con actitudes “propias de un régimen dictatorial y totalitario”. A Bolaños lo tachó de “abogado defensor de la señora Gómez”. El ministro le replicó afeándole que los populares hagan de “palmeros de una denuncia falsa de una organización medio fascista”, en referencia al sedicente sindicato Manos Limpias. “Será el juez quien tenga que decir si la denuncia es falsa”, repuso Pardo.

Frente a los ataques del PP por los pactos del Gobierno con el independentismo, Bolaños esgrimió los datos demoscópicos que apuntan a un retroceso de las tesis secesionistas en Cataluña. Y lo contrapuso a lo sucedido bajo Gobiernos populares, que definió como “un criadero de independentistas”. Esa palabra, “criadero”, volvió a despertar protestas entre los populares, mientras Bagué, con una sonrisa socarrona, mascullaba por lo bajo: “¡Somos pollos!”.

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