EL MUNDO 🔵 Continúan las labores de búsqueda en el barrio de La Torre: gente atrapada en garajes y dos personas en un ascensor
« Grito para que todo el mundo sepa que estoy vivo, que otros hoy no pueden decirlo », se escucha en una calle de la pedanía de La Torre, pegada a la ciudad de Valencia y azotada por la DANA. A escasos 100 metros de distancia, en la calle Mariano Brull, sólo se escucha el ruido de las palas quitando el barro de las casas y el motor de la bomba de achique de los bomberos. Aquí al menos 8 personas murieron durante la tromba de agua atrapadas en un garaje.
La marca de barro que queda en las paredes de los edificios de dos plantas señala hoy la altura que alcanzó la tragedia. Casi dos metros. Cuando el agua empezó a crecer en La Torre, varios vecinos se apresuraron a sacar sus coches del garaje. Los pocos minutos que pasaron hasta llegar a sus vehículos fue suficiente para encontrarse en una ratonera.
« El agua pasaba por la calle muy fuerte y el nivel creció muy rápido; de repente la puerta del garaje cedió y entró de golpe a los dos sótanos, absorbiendo los vehículos y haciendo imposible salir. Sabemos que están ahí desde ayer, pero hasta ahora no se ha podido acceder », trata de explicar a EL MUNDO el padre de uno de los fallecidos, un policía local de la 7ª Unidad de Distrito.
Entre las víctimas también se encuentran un matrimonio y su hija. Según algunos vecinos, los bajos del edificio sufren filtraciones, lo que también llevó a esta familia a bajar a salvar sus vehículos. Fue una decisión fatal.
No obstante, no todas las personas que perdieron la vida en esos sótanos por querer escapar con sus coches. Según algunos vecinos consultados por este periódico, una mujer pasaba justo por la puerta del garaje cuando ésta se quebró, siendo arrastrada al interior por la fuerza del agua.
Al mediodía de este jueves, los bomberos seguían trabajando para achicar el agua de los dos sótanos que quedaron totalmente inundados. Mientras, los vecinos trabajan a destajo y en cadena para retirar fango y escombros. « No entiendo que no estén viniendo los que viven en Valencia a ayudar, se necesitan muchas manos », se lamenta Javier, ajeno a la dificultad de llegar a la pedanía; sólo se puede a pie, siguiendo una hilera de gente que regresa a sus casas tras hacerse con agua y víveres. El nuevo cauce del río Turia es la frontera que separa un mundo que sigue su marcha con un lugar arrasado repleto de escenas dantescas.